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Enfermedad cardiovascular en la mujer: diferencias respecto al hombre

Las enfermedades cardiovasculares no son patrimonio exclusivo del hombre. De hecho, el accidente cerebrovascular es la primera causa de muerte femenina en España. A pesar de ello, existe la idea extendida de que las mujeres tienen un menor riesgo de padecer trombosis. Y esto es así en parte hasta cierta edad. Sin embargo, una vez alcanzada la menopausia, los riesgos se igualan.

La explicación es fundamentalmente biológica, por el efecto protector que las hormonas femeninas ejercen sobre nuestro aparato circulatorio durante la etapa fértil de la mujer. Además, esta acción hormonal retrasa la aparición de la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia o la diabetes, que son los factores de riesgo conocidos como clásicos.

Pero, además de estos factores de riesgo clásicos, que pueden afectar a ambos sexos, existen otros que son específicos del sexo femenino. Y su importancia está empezando a ser reconocida cada vez más, aunque no nos resulte tan familiar ni se le preste tanta atención. Pueden preceder en varios años al desarrollo de la menopausia, de ahí su importancia. Se trata de fenómenos que ocurren a lo largo de la vida de la mujer, como aquellos que tienen que ver con los cambios hormonales inducidos por el embarazo, o bien con enfermedades específicas o más frecuentes en ella.

Tenemos que mencionar también factores psicosociales, que actúan como moduladores de los anteriores. Al igual que los factores biológicos, explican las diferencias que existen entre hombres y mujeres en el ámbito de las enfermedades cardiovasculares. En el siguiente artículo vamos a ver por qué las enfermedades del corazón no son ni mucho menos solamente cosa de hombres.

Embarazo, menopausia y riesgo cardiovascular
Las mujeres que desarrollan diabetes durante el embarazo tienen un riesgo 7 veces mayor de ser diabéticas a lo largo de su vida. De forma parecida, la hipertensión durante el embarazo, llamada preeclampsia, hace 7-8 veces más frecuente la aparición de hipertensión arterial posterior.

Por tanto, las mujeres con este tipo de trastornos durante el embarazo deberían llevar posteriormente un seguimiento más estrecho para su detección precoz. Además, sabemos que la diabetes es particularmente más dañina a nivel cardiovascular para la mujer, al igual que sucede con el tabaquismo.

Los abortos de repetición y la historia de partos prematuros, cuando se sospecha que ocurren por una insuficiencia placentaria, también son un marcador de riesgo cardiovascular aumentado. Probablemente, porque la mala circulación a nivel de la placenta se relacione con problemas de la microcirculación a otros niveles. En estas mujeres se debería de hacer un estudio en busca de ciertos factores protrombóticos, como la hiperhomocisteinemia o el síndrome antifosfolípido.

La menopausia precoz debe tenerse en cuenta a la hora de aconsejar a las mujeres sobre su riesgo cardiovascular. Particularmente, cuando se produce antes de los 40-45 años.

La menopausia temprana eleva un 50% el riesgo cardiovascular y algunas veces es inducida quirúrgicamente, cuando por determinadas enfermedades se tiene que realizar histerectomía y/o anexectomía.

Enfermedades más frecuentes en la mujer
Existen enfermedades más frecuentes en la mujer que aumentan su riesgo cardiovascular. La depresión, la ansiedad y otros trastornos del ánimo provocan un estrés mantenido que aumenta el daño vascular a través de distintos mecanismos. Sin olvidar, que gran parte de este daño se debe a un peor estilo de vida: realizan menos ejercicio físico, tienen mayor consumo de tóxicos y una tasa alta de abandonos de la medicación prescrita.

Otra patología relevante es el cáncer de mama, que afecta a 1 de cada 8 mujeres. Como pasa con otros tumores aumenta el riesgo de trombosis. Pero, además, hay daño cardiovascular mediado por los tratamientos que se usan, como agentes quimioterápicos que incrementan el riesgo de insuficiencia cardiaca. La radioterapia también puede lesionar el corazón, sobre todo por lesiones coronarias, con un efecto que puede tardar años en aparecer. Este tumor tan frecuente ha impulsado unidades de cardiooncología, que son servicios que involucran a oncólogo y cardiólogo para reducir el impacto de los tratamientos oncológicos en la salud cardiovascular.

También son más frecuentes enfermedades llamadas autoinmunes, como el lupus o la artritis reumatoide. Estos procesos producen un estado proinflamatorio crónico, es decir, son enfermedades que provocan un incremento de la respuesta inflamatoria a nivel vascular. Esta inflamación se traduce en mayor riesgo de eventos trombóticos por daño endotelial. Cuando el endotelio, la capa que recubre nuestros vasos sanguíneos por dentro, no funciona bien porque es alterado por una respuesta inflamatoria, se deteriora la circulación. Esto es porque el endotelio sano promueve la vasodilatación, mejor circulación de la sangre y previene los agregados de plaquetas, la trombosis.

Recientemente se considera la migraña con aura, más frecuente en la mujer, como una enfermedad a tener en cuenta para asesorar el riesgo cardiovascular. De hecho, en presencia de estas migrañas se recomienda evitar los anticonceptivos orales, que son fármacos con un reconocido riesgo trombótico, cuando coexisten con tabaquismo u otras condiciones. Esto es así, porque la presencia de migraña traduce también un peor funcionamiento de la circulación sanguínea a nivel cerebral.

Aspectos psicosociales singulares de la mujer
Aparte de los aspectos biológicos comentados existen otros factores muy influyentes de la esfera psicosocial. Desde el punto de vista social, destaca el papel de la mujer como cuidadora a nivel familiar, postergando la atención de su salud. Este factor influye negativamente aumentando la demora para solicitar asistencia sanitaria. De media, la mujer demanda asistencia mucho más tarde cuando está sufriendo un infarto, con consecuencias adversas para el pronóstico.

Este rol característico de la mujer empeora el seguimiento en consultas, así como en los programas de rehabilitación cardíaca. La rehabilitación cardíaca tiene una poderosa evidencia científica mejorando el pronóstico de la insuficiencia cardíaca, tras sufrir un infarto o después de una cirugía cardíaca. Sin embargo, está infrautilizada en la mujer por este motivo, teniendo una tasa de abandonos mayor que en el varón.

De otra parte, también se conoce que las mujeres reciben de media menos trasplantes cardíacos, menos asistencias ventriculares y menos dispositivos, como los desfibriladores implantables o resincronizadores. El enfoque terapéutico se ve distorsionado por el sexo. Aunque este hecho también ocurre en el diagnóstico. Se ha visto que mujeres con dolor torácico atendidas en servicios de urgencias reciben de media menos estudios invasivos, como un cateterismo, que un varón con las mismas características.

En conclusión
El sexo es un factor modulador clave de las enfermedades cardiovasculares. Tradicionalmente el varón tiene un riesgo cardiovascular más elevado en edades tempranas, pero no debemos olvidar que pasada la menopausia este riesgo se iguala.

Pero es que además la mujer tiene una serie de factores de riesgo propios, que potencian los clásicos y que deben ser tenidos en cuenta para el asesoramiento de su riesgo cardiovascular.

Tampoco debemos olvidar que hay factores psicosociales que influyen también en la salud cardiovascular de la mujer. Unos dependen fundamentalmente del papel de la mujer a nivel familiar, pero otros derivan de aspectos asistenciales. Tanto en unos como en otros tenemos mucho que mejorar en educación sanitaria.