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Slow living: qué es y qué hábitos plantea este estilo de vida

Hacer las cosas a toda velocidad y querer hacer la mayor cantidad de tareas posible, pudiendo incluso estar haciendo varias a la vez no siempre es la mejor manera de actuar y de vivir, ya que esto a largo plazo no es sostenible debido a que mantenerse viviendo durante un tiempo prolongado soportando unos niveles de estrés elevado puede resultar muy perjudicial para la salud.

El movimiento “slow living” consiste en una filosofía de vida, fundamentada en el modo de vivir prestando atención plena al momento presente, enfocando los sentidos en lo que se está haciendo o contemplando en ese preciso instante, tratando así de disfrutar de cada momento y dedicarle a cada tarea el tiempo que sea necesario para hacerlo bien.

¿En qué consiste el movimiento “slow living”?
El movimiento “slow living”, surgió en los años 80 y consiste en una filosofía de vida basada en el modo de vivir prestando atención plena al momento presente, enfocando los sentidos en lo que se está haciendo o contemplando en ese preciso instante, tratando así de disfrutar de cada momento y dedicarle a cada tarea el tiempo que sea necesario para hacerlo bien.

Asimismo, eso no quiere decir que siguiendo este movimiento se vida de mala manera o de forma irresponsable, ya que pudiera parecerlo debido a que la palabra “lento” en muchas ocasiones no está bien vista y podría relacionarse con los términos de “perezoso” o incluso “holgazán”.

Sin embargo, en este caso el movimiento slow living no tiene unas connotaciones negativas, sino justo lo contrario. En los tiempos en los que vivimos, en los que las cosas avanzan muy deprisa, las personas para adaptarse muchas veces tienen la sensación de que deben apresurarse por la vida, cargando con más cosas a la vez de la que piden abarcar realmente, estirando su esfuerzo todo lo que pueden hasta que llega un momento en que alcanzan su límite y su cuerpo le pide parar para reponerse.

En cambio, el movimiento slow living va en la dirección contraria a ese “fast track” en el que viven muchas personas, sin pausas y sin dosificar las tareas. Así que quienes siguen el slow living tratan de hacer pocas cosas y disfrutarlas de verdad (p. ej., existen restaurantes ‘slow food’, para comer con la calma durante 3 horas).

Este movimiento tuvo mucho éxito gracias a diversos autores que hablaron de los beneficios del slow living, frente al modo de vida caótico, apresurado y angustiado que tiene que combinar un montón de actividades de su vida corriente, apareciendo así el modo de vida lento, donde se le da a cada cosa su tiempo y se reserva un tiempo para cada cosa. Por lo tanto, en lugar de hacer diversas cosas a la vez, se hacen menos, aunque sean pocas, pero bien hechas.

Las personas que siguen el movimiento slow living no pretenden ser 100 personas a la vez: enfermera, madre estupenda, jugadora de pádel, nadadora, senderista, entre otras cosas, y con ello no queremos decir que no se puedan tener aficiones, llevar bien el trabajo y la maternidad; sin embargo, a veces es complicado llevar a la vez diversas facetas de la vida, por lo que en ciertos casos sería recomendable enfocarse en la que más le gusta, en cuanto a aficiones, o saber dosificar y también saber cuando es necesario descansar porque el cuerpo quizás no pueda aguantar tanto nivel de estrés.

Problemas y dificultades que plantea
Muchas personas tienen bastantes dificultades para seguir el movimiento slow living porque están sometidas a un estilo de vida acelerado, por el que viven una clase de hiperactivación autonómica, de manera que tienen ciertos riesgos de experimentar algunos problemas de salud mental como estrés, ansiedad o depresión, entre otros, y esto puede deberse a una guerra de tiempo real en la que viven constantemente, luchando contra el tiempo que nos gustaría tener, y es que además hay momentos demasiado llenos y tiempos demasiado vacíos.

Hoy en día, entre tanto ajetreo del día a día, nos cuesta introducirnos en la mentalidad de vivir plenamente el presente (”cuando como, como y solo como”, “cuando duermo, duermo y solo duermo”, “cuando estudio, estudio y solo estudio” y “cuando trabajo, trabajo y solo trabajo”). Pero lo que ocurre en realidad en estos tiempos es lo siguiente: cuando estoy comiendo, pienso que me quiero reír con mis amigos; cuando estoy con ellos, estoy pensando en el trabajo que tengo que entregar; cuando me acuesto estoy pensado en las tareas de mañana y cuando me despierto, estoy pensado en lo bien que estaría durmiendo.

No es una casualidad que haya un alto porcentaje de personas con ansiedad, ya que hoy en día los niveles de estrés debido al estilo de vida tan acelerada que lleva una gran parte de la población termina causando diferentes tipos de trastornos emocionales como la ansiedad o la depresión; esto en parte puede deberse a que las personas que sufren estrés tratan de aguantar la presión durante un periodo prolongado y no buscan ayuda hasta que su cuerpo y su mente no les pida un respiro. Por ello, sería importante poner en marcha algunas medidas con el fin de prevenir el aumento de los niveles de estrés.

Una de las formas de prevenir ese tipo de problemas de salud mental que podrían terminar desarrollándose a causa del ajetreo del día a día sería reduciendo la multitarea, de manera que no pretendamos abarcar 100 facetas. En otras palabras, en lugar de querer hacer 10 cosas a la vez, elegir la mitad o las que podamos desarrollar satisfactoriamente, eligiendo las que consideremos que nos llenarían y beneficiaría más a largo plazo, participando de verdad con todo nuestro ser en aquello que hacemos.

Muchas veces asociamos el progreso a la mejora, a la cantidad y a la riqueza, pero habría que relacionar calidad con un número más reducido de actividades de las cuales disfrutemos y podamos aprovechar al máximo.

¿Cómo seguir el movimiento slow living?
El movimiento slow living puede ser muy beneficioso para aquellas personas que viven muy ajetreadas en su día a día y necesitan pausar un poco su estilo de vida para que no termine causándoles serios problemas de salud. Con ello no queremos decir que se debe ser radical a la hora de practicar este movimiento, ya que hay muchas situaciones y muchos tipos de trabajos que requieren agilidad y rapidez; sin embargo, hay que saber cuando parar, cuando dosificar y planificar bien nuestro día a día para que no se nos amontonen las cosas e intentemos hacer varias al mismo tiempo.

También hay momentos en los que quizás sería recomendables hacer un lista de prioridades y, si fuera necesario, apartar por un tiempo algunas cosas que no son imprescindibles (p. ej., si en una determinada época tengo más trabajo del habitual, tengo pareja e hijos con los que deseo disfrutar de mi tiempo libre, estoy practicando diversas modalidades de deporte y además estoy aprendiendo a tocar la guitarra; si estoy sufriendo unos altos niveles de estrés, quizás sería recomendable poner en orden las prioridades y no practicar tantos deportes a la vez y apartar algunos durante un tiempo).

Además, el movimiento slow living se puede aplicar a casi todos los ámbitos de nuestra vida: en la alimentación (slow food), en la educación, en el sexo, en el ocio, en los viajes e incluso hasta en el trabajo. Por otro lado, el movimiento slow living también está enfocado a llevar un estilo de vida sostenible, procurando disminuir el ritmo de consumo, de manera que solamente se compre lo imprescindible o necesario, utilizar las nuevas tecnologías de manera racional y favorecer las compras en los comercios locales.

Por lo tanto, seguir el slow living significa vivir con calma, disfrutar de las cosas buenas y prestarle a cada cosa la atención que realmente merece. También se promueve la vida sana, la sostenibilidad y cuidar las relaciones sociales.