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Se adhiere SESA al Día Mundial contra la Obesidad

La Secretaría de Salud (SESA) del estado de Querétaro, se suma el 4 de marzo a la conmemoración del Día Mundial de la Obesidad, efeméride que desde 2020 aborda la epidemia mundial con el objetivo de concienciar a las personas sobre el terrible daño que conlleva para el organismo una dieta alta en grasa y azúcares, dieta que, a decir verdad, es una de las más populares y propagadas por todo el mundo.

En 2024, el lema es «Hablemos de obesidad y…», con el objetivo de aprovechar el poder de la fecha para iniciar conversaciones transversales. Observar la salud, la juventud y el mundo que nos rodea para ver cómo podemos abordar la obesidad juntos.

La obesidad y el sobrepeso se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Un índice simple de peso para la talla que se utiliza de forma común para clasificar en adultos es el índice de masa corporal (IMC). Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilogramos por el cuadrado de la altura en metros.

Un IMC igual o superior a 30 se considera obesidad y un IMC igual o superior a 25 se considera sobrepeso. El IMC proporciona la medida de sobrepeso y obesidad a nivel poblacional más útil, ya que es el mismo para ambos sexos y adultos de todas las edades. Sin embargo, debe considerarse una guía aproximada porque puede no corresponder al mismo grado de gordura en diferentes individuos.

La obesidad es uno de los principales factores de riesgo de muchas enfermedades crónicas, incluidas la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión y los accidentes cerebrovasculares, así como varios tipos de cáncer.

Lo que ocasiona estas enfermedades es un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas. A nivel mundial ha ocurrido un aumento en la ingesta de alimentos de alto contenido calórico que son ricos en grasa; y un descenso en la actividad física.

Para prevenir la obesidad se recomienda:

Restringir la ingesta energética procedente de la cantidad de grasa total y de azúcares.
Incrementar el consumo de frutas y verduras, así como de legumbres, cereales integrales y frutos secos.
Efectuar actividad física periódica (60 minutos diarios para los jóvenes y 150 minutos semanales para los adultos).
Instaurar horarios para la comida.
Realizar tres comidas fuertes y dos colaciones a lo largo del día.
Tomar agua simple, evitar bebidas azucaradas como los refrescos y jugos embotellados.
Integrar un alimento de cada grupo, en cada tiempo de comida fuerte: productos de origen animal o vegetal, cereales y verduras.
No pasar más de una hora y media sentado en casa.
Acudir a la unidad de salud para que se realice una valoración médica nutricional.