El trauma psicológico es «una respuesta emocional a un evento terrible como un accidente, una violación o un desastre natural».
No obstante, una persona puede experimentar un trauma como respuesta a cualquier evento que considere amenazante o dañino, ya sea física o emocionalmente.
Una persona traumatizada puede sentir una variedad de emociones inmediatamente después del evento y a largo plazo. En concreto, puede sentirse abrumada, impotente, conmocionada o tener dificultades para procesar sus experiencias.
El trauma también puede ocasionar síntomas físicos, por lo que puede tener efectos a largo plazo en el bienestar de la persona. Si los síntomas persisten y no disminuyen en gravedad, suele ser indicador de que el trauma se ha convertido en un trastorno de salud mental llamado trastorno de estrés postraumático (TEPT).
Existen varios tipos de trauma, que incluyen los siguientes:
Trauma agudo: resulta de un único evento estresante o peligroso.
Trauma crónico: resulta de la exposición repetida y prolongada a eventos altamente estresantes. Ejemplos incluyen casos de abuso infantil, intimidación o violencia doméstica.
Trauma complejo: resulta de la exposición a múltiples eventos traumáticos.
El trauma secundario, o trauma vicario, es otra forma de trauma. En esta, una persona desarrolla síntomas de trauma por el contacto cercano con alguien que ha experimentado un evento traumático.
Los familiares, los profesionales de la salud mental y otras personas que cuidan de quienes han experimentado un evento traumático corren el riesgo de desarrollar un trauma indirecto. Los síntomas suelen reflejar los del trastorno de estrés postraumático.