A medida que la comida digerida avanza hacia el recto, los nervios de la pared de esta porción final del intestino grueso, conocidos como receptores de estiramiento, detectan cuando la cámara está llena y estimulan el deseo de defecar.
La defecación involucra dos tipos de movimiento muscular.
El primero ocurre automáticamente y una persona no puede controlarlo. Se trata de una relajación de los músculos lisos del esfínter anal interno.
El segundo puede ser controlado por la persona y consiste en una relajación consciente de los músculos esqueléticos en el esfínter anal externo. Si alguien desea retrasar la expulsión, puede evitar relajar los músculos para hacer que las heces regresen al colon.
Cuanto más tiempo permanezcan las heces en el colon, más agua absorberá el cuerpo. Esto puede dar lugar a heces secas y duras, estreñimiento y posiblemente impactación. Por tal razón, una persona debe defecar tan pronto como le convenga.
Asimismo, debe buscar atención médica si no puede defecar durante aproximadamente 3 días o si tiene dolor o sangrado abdominal o rectal.