Las personas que padecen asma desarrollan una inflamación crónica en las estructuras pulmonares conocidas como bronquios, lo que les dificulta respirar.
Durante un ataque de asma, los bronquios se contraen. Esto crea un conducto de aire mucho más estrecho y puede hacer que respirar parezca imposible. Una persona inhala menos oxígeno con cada respiración, tiene dificultad para exhalar, puede respirar muy rápidamente o se siente incapaz de recuperar el aliento.
La mayoría de las personas generalmente pueden controlar los ataques de asma con el tratamiento adecuado. No obstante, el asma puede ocasionar la muerte si no recibe tratamiento. En el año 2016, 3518 personas en Estados Unidos fallecieron de asma.
El asma puede afectar a cualquier persona, pero las personas de raza negra poseen casi tres veces más probabilidades de morir de asma que los caucásicos. Los afroamericanos también suelen desarrollar asma más grave.
La atención médica continua y un plan de tratamiento de la enfermedad pueden ayudar a una persona a controlar sus síntomas y buscar ayuda inmediata cuando sea necesario.
