Se estima que las personas pasan hasta el 90% de su vida en espacios interiores. El aire que respiramos dentro de nuestros hogares, lugares de trabajo y escuelas tiene un efecto significativo en nuestra salud, particularmente en los más jóvenes, en los adultos mayores y en aquellos con enfermedades respiratorias. El aire interior puede estar más contaminado que el aire exterior, ya que sin una ventilación adecuada, los contaminantes pueden quedar atrapados dentro.
La calidad del aire interior se ve afectada por una serie de factores, los cuales incluyen:
- Contaminantes interiores como moho o partículas (por ejemplo, compuestos orgánicos volátiles) que liberan algunos productos de limpieza, muebles y materiales de construcción.
- Ambientes húmedos que crean caldos de cultivo para el moho.
- Temperatura del aire: el aire frío puede provocar síntomas respiratorios.
- Tipo de calefacción utilizada: los calentadores de gas sin combustión, las estufas de gas y las chimeneas abiertas pueden producir niveles peligrosamente altos de contaminantes.
- Mala ventilación que atrapa los contaminantes y puede hacer que aumenten a niveles elevados.
- Contaminantes del exterior, como los gases del tráfico y el humo, que pueden llegar al interior y quedar atrapados si no hay una ventilación adecuada.
- La cantidad de personas en el espacio: las personas pueden compartir virus y bacterias (en un espacio interior compartido típico, entre el 1 y el 5% del aire que respira ha sido exhalado recientemente por otra persona).
Aunque hay algunas acciones que pueden ponerse en práctica para mejorar la calidad del aire interior, también se requieren mejores leyes para que la población viva en hogares donde puedan respirar adecuadamente. Los edificios y casas deben ser cálidos, secos y bien ventilados.