Los concursos de belleza siguen vigentes en pleno 2022 y, haciendo un recuento de cómo ha sido crecer bajo su sombra, hoy te decimos las lecciones de salud mental que nos dejan.
Para muchos, los concursos de belleza siguen siendo un evento sumamente importante en el año por entretenimiento, simple gusto o por un significado más profundo. Para nosotros, más allá de ser una simple premiación, nos hacen cuestionarnos sobre cómo ha sido crecer con ellos y cómo podemos transformar lo aprendido en algo que nos ayude a construir nuestra mejor versión.
Es por eso que hoy hablamos de este tema que comúnmente no se toca, pero debería, y te compartimos las lecciones de salud mental que nos han dejado los concursos de belleza. ¡Son la dosis de amor propio que necesitabas leer hoy!
Envejecer es normal, ¡y está bien!
Tras el desafortunado incidente de Cheslie Kryst, quien fue Miss USA en 2019, se ha rumorado sobre las posibles razones que la llevaron a tomar la decisión de quitarse la vida. En la búsqueda, se encontró un artículo en Allure en el que hablaba del miedo a envejecer y la constante presión social que sufren las mujeres a causa de la edad y los estándares que la sociedad ha impuesto. ‘Cumplir 30 se siente como un frío recordatorio de que me estoy quedando sin tiempo para ser importante ante los ojos de la sociedad, y es exasperante’, dijo Cheslie.
Y es que, ¿cuántas de nosotras no hemos llegado a medir nuestro valor y éxito por la edad que tenemos? El mundo en el que crecimos nos ha llevado por ese camino, pero este lamentable suceso nos enseña que la vida es valiosa y el paso de los años también, y no somos un número ni la cantidad de arrugas o manchitas que tengamos; somos lo que pensamos, sentimos, anhelamos y damos a los demás (y a nosotros mismos, por supuesto).
Todos tenemos cuerpos perfectos
Si bien algunos concursos de belleza, como Miss Universo, no piden un mínimo ni un máximo de peso para entrar en ellos, es cierto que para la clasificación final tiene mucho que ver la silueta y el trabajo físico de la concursante. Sin embargo, esto no tiene por qué hacer que nos comparemos ni mucho menos sentirnos ansiosas por nuestro cuerpo y querer cambiarlo, ya que todos y cada uno de nosotros tenemos figuras perfectas y auténticas.
Hay que entender que este tipo de premiaciones surgieron en la década de los 50’s –una era donde la concepción de belleza y estética era muy diferente– y hoy en día, ya no aplica aplaudir la delgadez extrema ni conductas que nos causen problemas físicos y mentales como los trastornos de conducta alimentaria. Veamos a nuestro cuerpo desde los ojos del amor y de la salud, antes de voltear a ver lo que el mundo ‘dicta’ que seamos.
La belleza no tiene que ver con la edad, el género ni la raza
Si has crecido con la idea de que debes llegar a ser esa chica alta, rubia, de ojos azules y cabello perfecto para ser hermosa, créenos que no te culpamos, te entendemos. Esos cumplidos que llegamos a escuchar en nuestro entorno sobre personas que se ven jóvenes, esbeltas por genética, con un hermoso color de piel, ojos y pelo gracias al lugar en el que nacieron, o que simplemente se ven ‘femeninas’, puede que nos duela escucharlos porque nos hacen sentir insuficientes, pero tranquila, NO determinan la belleza de alguien.
Belleza es quien eres, es tu seguridad, confianza, amor propio y ganas de querer comerte al mundo y ayudar a los demás a brillar. El significado es diferente para cada persona, pero no tiene nada que ver con que seas morena o apiñonada, con o sin curvas, ni mucho menos hombre o mujer. De verdad, por salud mental, no midas tu belleza con la estética ‘perfecta’ que estamos acostumbrados a ver en concursos y televisión.
Nada que afecte tu salud merece premiarse
En este tipo de concursos se suele premiar la belleza, la elegancia, la personalidad, el porte y la forma en que una mujer se comunica ante el mundo, pero poco se habla de todo lo que hay detrás durante esta búsqueda de perfección. Desde depresión y ansiedad por no cumplir los estándares hasta trastornos alimenticios y dismórficos que pueden llevar a la muerte, de alguna manera, se ven premiados también con todos los elogios, comodidades y beneficios que reciben las ganadoras. No obstante, debemos dejar de normalizar el acto de ponerle estrellita a algo que nos afecta de manera física, emocional e incluso, espiritual, por más que los demás lo aplaudan.
Olvídate de lo que dicen afuera y date todos los días un tiempo para descubrirte en aquello que te hace feliz y bien. Ahí se encuentra en lo que debes enfocarte y premiar.
Adiós competencia, bienvenida sororidad
La esencia de los concursos de belleza es competir por un premio, lo cual crea un constante ambiente de comparación que no es bueno para la salud mental de nadie. Tal vez eso funcionaba hace más de 70 años por alguna cuestión de marketing y ventas, pero hoy en día debemos priorizar nuestro amor propio, y qué mejor que empezar haciéndolo al dejar de competir con los demás y comprometernos con nosotros mismos.
Superar la versión que eras ayer es el objetivo ideal, pero todavía más promover la sororidad en los ambientes en los que convivas para que así, este apoyo entre mujeres sea un trabajo colectivo que nos permita a todas amar más nuestro cuerpo y olvidarnos de los antiguos estándares de belleza que se nos han impuesto (y han dolido).
No dejemos de hablar de este tema por más incómodo que sea, porque ahí en donde inquieta, es donde se puede empezar a trabajar por el bien de tu salud mental.