El botox es una sustancia producida por la bacteria Clostridium botulinum, es la misma toxina que causa un tipo de intoxicación alimentaria peligrosa llamada botulismo.
Esta sustancia se comenzó a utilizar en la medicina a partir de 1977 para tratar el estrabismo, fue hasta la década de los 90 cuando se pensó en ella para tratamientos estéticos.
Se le denomina botox debido a que fue el nombre con el que se comenzó a comercializar. Las inyecciones de botox se utilizan en la actualidad para reducir la apariencia de algunas arrugas faciales.
También se usan para tratar problemas como espasmos de cuello (distonía cervical), transpiración excesiva (hiperhidrosis), vejiga hiperactiva y para migrañas.
El botox no puede ser aplicado en todas las zonas del cuerpo, las regulaciones médicas en algunos países sólo recomiendan que se utilice en el tercio superior del rostro como el entrecejo, frente, parte superior de las cejas y en lo que se conoce como las patas de gallo. También puede ser aplicado para reafirmar los senos, sólo en aquellos pequeños y medianos.
Generalmente suele desaconsejarse el uso de botox en los labios, comisuras de la boca y arrugas del cuello, pese a ello cada vez más personas lo usan en esa zona.
El botox no debe ser empleado como corrector de la flacidez, tampoco para enmendar los excesos realizados por el sol y para problemas de pigmentación.