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Exfoliación con sal: un remedio eficaz contra el acné

Los exfoliantes con sal marina cada vez están más de moda y son realmente efectivos contra la grasa y los granitos, pero no es su único beneficio para la piel.

De remedios para mantener a raya y eliminar el acné o los puntos blancos, está hecho el mundo de la cosmética. Y es que no solo acabar con él, sino mantener la piel sana cuando se padece es una tarea de lo más complicada. En este sentido, la exfoliación de la piel se vuelve algo fundamental para liberar la tez de exceso de grasa así como de otras sustancias que terminan taponando los poros y haciendo que aparezcan esos temidos granitos. Aún así, la exfoliación no siempre resulta suficiente e incluso hace que salgan aún más granos. Y es que, posiblemente, no nos estuviéramos exfoliando con el ingrediente adecuado. O, lo que es lo mismo, quizás hasta ahora no lo habíamos hecho con sal marina.

La sal ha pasado de ser uno de los ingredientes principales en la cocina a serlo en nuestra rutina de belleza en lo que a limpieza se refiere. Y es que se trata de un método de exfoliación natural, por lo que daña menos la piel, pues no necesita de químicos adicionales para conseguir una exfoliación completa y profunda y además puede usarse con mayor frecuencia. Además al ser natural, es apta para exfoliar de igual manera el rostro y el cuerpo, algo muy útil para terminar con el acné de la espalda. Aunque es cierto que, en el primero, debe usarse con más cuidado, pues la piel suele ser más sensible y puede arañarse o irritarse si se hace una exfoliación demasiado enérgica con la sal.

Beneficios de la sal para la piel
La sal es realmente efectiva para combatir el acné, además de porque consigue exfoliar profundamente, porque con esta exfoliación elimina el exceso de sebo que existe tanto en las pieles grasas como también en las zonas más conflictivas de las pieles mixtas, pero sin secar estas últimas. Además, elimina también las células células muertas, que impiden que la piel se regenere y que terminan taponando los poros haciendo que estos no puedan transpirar y que, junto a la suciedad, aparezcan los granos. Se trata de una exfoliación que arrastra esa suciedad y vacía los poros para que no se forme acné, ya que tiene un efecto detox que absorbe las toxinas que originan el acné. De hecho, con su uso, se puede observar cómo no van apareciendo más granos sino cómo los que habían salido se van secando. Además la piel se nota mucho más fresca y limpia tras su uso.

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Pero no es el único beneficio que la sal tiene para la piel. Al exfoliarnos con ella, se produce un masaje que activa la circulación de la sangre, fundamental para la desaparición del acné. Esto oxigena la piel, hace que lleguen los nutrientes de forma adecuada y ayuda también a su regeneración.

Esta mejora de la circulación de la sangre hace también que la piel se terse y esté más elástica, en lo que también colabora la desaparición de las células muertas. Pero la sal también ayuda a recuperar la jugosidad y el tono de la piel, que se ve afectado por el estrés y la contaminación, ya que su yodo y calcio ayudan a recuperar el equilibrio de la epidermis alisando la piel.

Cómo utilizar los exfoliantes de sal
Aunque pueden hacerse en casa, con sal gorda y aceite de oliva o aceite esencial, cada vez son más las firmas cosméticas que incluyen estos exfoliantes entre sus filas, aportando todavía más beneficios a la piel de los que la sal por sí sola consigue, pero esta es, sin duda, el ingrediente principal. Ya sea fabricándolo en casa o comprándolo, al ser un exfoliante natural como hemos dicho, puede usarse de manera más frecuente, aunque no debe excederse su aplicación de una o dos veces a la semana e incluso una cada dos semanas si la piel es muy sensible. Y es que el roce de la sal puede irritar la piel. Debe evitarse la aplicación sobre heridas. Las curará, pero escocerán.

Para aplicar estos exfoliantes, primero habrá que humedecer el rostro con agua templada o fría para que la sal no se disuelva. Después estos se ponen en forma de una pequeña avellana en las palmas de las manos y se aplica con masajes circulares dividiendo el rostro en zonas. Es decir, primero la frente, después la nariz y barbilla y de forma más suave en los mofletes.