¿Sabías que tu estado de ánimo repercute en tu piel?
“Equilibrio emocional”, qué fácil y rápido se lee, ¿no?
En esa asociación de palabras tan sencillas de unir no se contemplan las decepciones, el estrés, la tristeza, las hormonas, las discusiones, el final de Por trece razones…, y todos esos sentimientos pueden estar presentes en nuestro día a día.
Aunque parezca algo exagerado, varios estudios demuestran que todo ese desajuste de emociones repercute en la apariencia nuestra piel. Nuestro rostro se ve afectado por el estado de ánimo.
Algunas de las emociones más cotidianas –que, entre otras consecuencias, suponen una anticosmética biológica–, son los enfados, la tristeza y el estrés. Por supuesto que no nos debemos privar de sentirlas, sobre todo en situaciones que no podemos controlar, pero sí que podemos paliarlas banalizando las situaciones, estableciendo prioridades y buscando soluciones. El arreglo de los procesos (que no problemas) y la importancia que se les dé se controla con nuestra propia mente. Si ‘entramos en bucle’, aparte de lo que sufre nuestro organismo, esto es lo que le pasa a nuestra piel:
– Enojo: afecta a los músculos faciales y acelera la aparición de arrugas.
– Tristeza: liberamos hormonas que afectan a los ojos (se hinchan) y apagan la piel.
– Estrés: se interrumpe la producción de colágeno y la piel se vuelve más fina, débil y se deshidrata.
Y, ¿cómo podemos banalizar los procesos?
Prueba a incluir en tu rutina una “dieta” de choque emocional.¿Quieres saber cómo puedes animarte y mejorar así la piel de tu rostro? Estas 30 actividades liberan dopamina, una hormona que, entre otras funciones, regula la motivación y el deseo y hace que repitamos conductas que nos proporcionan beneficios o placer. Cuando tu cerebro la libera, también mejora el aspecto de tu piel.