Es un básico que repetimos a diario hasta dos veces. ¿Pero lo hacemos correctamente? Varias expertas insisten sobre la importancia de este ritual y corrigen algunos de nuestros malos hábitos.
El cuidado de la piel es una tarea que en los últimos años en especial ha ido ganando terreno gracias a los múltiples e innovadores productos que ofrecen las principales firmas cosméticas. Ya sean productos naturales, los elaborados a partir de tecnología de última generación o clásicos que se han ido reinventando, escoger el producto adecuado puede generar en muchas ocasiones dudas acerca de cuál es el que más le conviene a nuestra piel. Y sí, ese es un aspecto al que hay que prestar especial atención debido a que cada piel es distinta y, por tanto, requiere cubrir unas necesidades concretas.
Pero, más allá de los productos cosméticos con los que cuidamos y protegemos nuestra piel para enfrentarnos al día a día, ¿escogemos con la misma precisión los productos que utilizamos para limpiar la piel? La limpieza, es una tarea que los especialistas recomiendan hacer dos veces al día: una por la mañana para eliminar los restos de los productos que se han aplicado en la piel durante la noche y otra antes de acostarnos para eliminar cualquier producto de maquillaje así como restos de elementos a los que hayamos podido estar expuestos durante el día.
Qué es la limpieza facial y por qué es tan importante
Es el little black dress de la belleza
“Es un básico que nunca debemos olvidar. Es un tratamiento similar a lo que en moda podría ser un vestido negro o unos jeans, piezas básicas a partir de las cuales construyes tu fondo de armario”, apunta Silvia Oliete, fundadora de Blauceldona. Solo una piel limpia, puede recibir y aprovechar el tratamiento que apliquemos posteriormente.
Masajear bien y en línea
“Siempre nos han dicho que trabajemos el limpiador haciendo círculos, pero esa no es la manera”, advertía Emma Hardie en su visita a Madrid para presentar los nuevos tratamientos de su linea facial. “Si nos fijamos en la fisonomía de la cara, los músculos están colocados en líneas súper rectas excepto los de los ojos. También los del contorno facial son lineales”, explica, y propone, durante la limpieza, masajear en la dirección del músculo y en sentido ascendente “como en pequeñas olas, desde el centro del rostro hacia fuera, para llevar las impurezas a los puntos de drenaje”.
Limpiar los ojos, pero sin frotar
“Nos tratamos la piel con mucha agresividad”, advierte Marta Martí, creadora del Método Montibello que dice que se nota especialmente en la fricción excesiva que hacemos para desmaquillar los ojos. “Así desestructuramos el tejido de sostén de la piel y esto acelera la flacidez. Si a esto le sumamos que tienes bolsas y friccionas, alteras el sistema linfático”, explica.
Acertar con el producto adecuado
El fin es limpiar la piel a diario, así que es importante escoger un producto que nos guste y nos resulte agradable, un procedimiento que se adapte a nuestro estilo de vida y una textura que vaya con nuestro tipo de piel. Si el procedimiento se nos hace largo o engorroso, acabaremos abandonándolo. Silvia Oliete aporta algunas pistas que pueden ayudar a la elección: “Yo suelo recomendar un agua micelar a personas que aún no tienen el hábito de limpieza y que si les das dos productos dificultas que lo adquieran. Suelo recomendar jabones o espumas limpiadoras a las pieles mixtas y grasas porque se sienten más limpias y cómodas. Las leches se las propongo a las pieles secas para que la limpieza les resulte confortable”.
Seguir las instrucciones de uso
Parece obvio, pero no siempre lo hacemos. Leticia Carrera, directora del Centro Felicidad Carrera, advierte de que no con todos los limpiadores se sigue el mismo procedimiento: “Los hay que no necesitan aclarado, en otros se pide humedecer la piel antes de aplicar el producto… Por eso hay que seguir siempre las indicaciones de uso”, recomienda. Marta Martí asegura que, aunque hay muchas texturas, ninguna limpia con solo aplicarlas, por arte de magia. “Todas tienen tensoactivos y absorben las partículas de suciedad (maquillaje, contaminación, sudor…), pero si te aplicas la limpiadora y luego la retiras, los tensoactivos, que son como esponjas, no han podido absorber. Por eso hay que trabajar el producto (masajearlo), después emulsionarlo y luego retirarlo”.
El tónico es imprescindible
“Es el producto que más compran las asiáticas y mira que piel tienen”, apunta Silvia Oliete que explica que su función es reequilibrar el ph de la piel después de pasarla por los metales pesados que contiene el agua. Leticia Carrera también subraya su importancia: “Es clave para que los productos siguientes penetren”, y explica que el tónico se puede aplicar con discos de algodón o con las yemas de los dedos para desperdiciar menos producto.
El agua siempre templada
“Debemos lavarnos la cara con agua tibia”, recomienda Leticia Carrera, que explica que no es conveniente, ni en invierno, lavarnos el rostro con agua excesivamente caliente “porque produce vasodilatación y las paredes de los capilares se pueden dilatar de forma permanente produciendo couperosis”.
Introduce el uso de toallas
Leticia Carrera propone retirar el producto de higiene “mejor, con una toalla empapada porque el exceso de agua también produce deshidratación”. Y explica que hay tejidos especiales que se secan muy rápido para evitar la proliferación de microorganismos, “de lo contrario, toallas de algodón y de un solo uso, es decir, nos limpiamos la piel y la echamos a lavar”, recomienda. Algunos limpiadores se comercializan ya con toallas o lienzos específicamente diseñados.
Importante limpiar aunque no nos maquillemos
“Hay que hacer la limpieza mañana y noche, nos hayamos maquillado o no”, afirma categórica Marta Martí y explica que sobre la piel tenemos un aceite, que es la emulsión epicutanea: “Imagina si tú te impregnas las manos con aceite, todo lo que se te pegaría. Pues igual sucede en la piel del rostro”. Revelador.